deporte condiciona la incidencia y la epidemiología de las lesiones. Entre las mismas se encuentran las ligamentosas. Los ligamentos que se lesionan con mayor frecuencia en la rodilla son el ligamento lateral interno (LLI), el lateral externo (LLE), cruzado anterior (LCA) y cruzado posterior (LCP).
Es importante establecer el grado de lesión, valorando la estabilidad articular de forma que en el grado 1 existe elongación ligamentosa e inestabilidad mínima, en el nivel 2 se presenta rotura parcial del ligamento e inestabilidad leve-moderada mientras que en el grado 3 la rotura del ligamento es completa con inestabilidad grave.
“Si hablamos de lesiones de los ligamentos colaterales, LLI y LLE, podemos decir que el mecanismo lesional es un valgo o varo forzado respectivamente, pudiendo combinarse con rotaciones o flexión de la rodilla. El paciente va a presentar dolor en la zona lesional, el cual aumenta si en la exploración física reproducimos los movimientos del mecanismo de lesión; y según el grado, puede ir acompañado de impotencia funcional y/o tumefacción”, explica el doctor Andrés Logioio, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica que se encuentra en Hospital Perpetuo Socorro a través de la Sociedad Internacional Isakos.
Esta sociedad acredita a diversos centros de distintas partes del mundo para llevar a cabo la formación en Cirugía Artroscópica de Rodilla y Traumatología del Deporte, teniendo en cuenta diversos parámetros que certifican su calidad. Hospital Perpetuo Socorro es el único recinto localizado en Canarias y uno de los ocho acreditados a nivel nacional por Isakos. Ello supone que médicos de otros países interesados en esta materia pueden solicitar llevar a cabo tales estudios en HPS dada su certificación internacional.
En general, muchas de las lesiones ligamentosas se pueden tratar en forma conservadora. “Siempre es importante desde un primer momento transmitirle tranquilidad al paciente y explicarle bien los pasos a seguir. Las primeras horas serán con un tratamiento antiinflamatorio, reposo e inmovilización. Como antes mencionamos, la importancia de la valoración de la estabilidad articular en un primer momento y en visitas sucesivas, son fundamentales.
La mayoría de las lesiones del LLI y parte de las LLE se tratarán con inmovilización, donde el tiempo dependerá del grado de lesión y un trabajo de rehabilitación posterior, que irá en forma progresiva trabajándose la movilidad, el fortalecimiento muscular y la reincorporación al deporte”, continúa el doctor Logioio. Actualmente con el uso de ortesis especiales articuladas se puede evitar el yeso, aprovechándose las ventajas de la inmovilización con la movilización, lo que se conoce como tratamiento funcional. Las lesiones más graves, que afectarán en menor o mayor grado la estabilidad de la articulación, pueden requerir tratamiento quirúrgico, justamente para devolverle esa estabilidad.
El LCA es una estructura fundamental, limita tanto el desplazamiento anterior de la tibia respecto al fémur como la hiperextensión y las rotaciones de la rodilla. En la mayoría de los casos, la lesión de este ligamento es producida por mecanismos indirectos, como sucede en maniobras de desaceleración brusca junto a un cambio de dirección. Es frecuente en deportes que impliquen giros frecuentes como el fútbol, baLesiones ligamentosas y tendinosas de la rodilla.
Los ligamentos que se lesionan con mayor frecuencia en la rodilla son el ligamento lateral interno, el lateral externo, cruzado anterior y cruzado posterior.
El ejercicio físico es una actividad reconocida como factor importante para la salud del ser humano. Pero la práctica deportiva, pese a sus múltiples beneficios, conlleva algunos riesgos. El doctor Gerardo Garcés, jefe de los servicios médicos de la Unión Deportiva Las Palmas, y su equipo, responsables en el ámbito traumatológico de la
salud de la plantilla amarilla como especialistas en Traumatología y Cirugía Ortopédica de Hospital Perpetuo Socorro, servicio médico oficial también del Herbalife Gran Canaria, analizan al detalle cuáles son y cómo prevenirlos.
El paciente puede presentar sensación de rotura intraarticular en el momento, acompañado posteriormente de impotencia funcional, inestabilidad y derrame articular, que será inmediato. El médico especialista evaluará, mediante el examen físico y pruebas de imágenes, el grado de lesión, para así tener un correcto diagnóstico. Esto es fundamental para emplear el tratamiento indicado, que la mayoría de las veces será quirúrgico, si bien depende del tipo de deporte que efectúa el lesionado y de que tenga o no sensación de inestabilidad. Es preciso también en este caso estudiar posibles lesiones asociadas, ya que en numerosas ocasiones no hay afectaciones aisladas, sino acompañadas de otras lesiones ligamentosas, capsulares, meniscales u osteocondrales.
Existen también las lesiones del LCP, mucho menos frecuentes que las que afectan al LCA. Este ligamento limita el desplazamiento posterior de la tibia y sus lesiones se producen por lo general con la rodilla en flexión y la aplicación de una fuerza directa o indirecta que desplace la tibia posteriormente. El ejemplo típico es un impacto sobre la tibia, desde la parte anterior, en un ciclista, motorista o futbolista que choca con el portero. Clínicamente la inestabilidad no suele ser tan marcada como en los casos de lesiones del LCA. Pasa frecuentemente desapercibida y debe sospecharse fundamentalmente a partir del mecanismo de producción.
Cuando la lesión afecta únicamente al LCP no suele revestir mucha gravedad, lo cual sí va a tener lugar cuando el daño afecta también a la región posterolateral de la rodilla. La mayoría de lesiones aisladas del LCP no requieren una intervención quirúrgica. Sin embargo cuando se afecta la región posterolateral casi todas deben ser tratadas quirúrgicamente.
Por último, las pruebas de imagen son de mucha importancia para valorar adecuadamente las lesiones ligamentosas de la rodilla. Aunque de forma sistemática debe efectuarse un estudio radiológico, la mayoría de las veces únicamente servirá para descartar patología ósea, ya que ni los ligamentos ni los meniscos son visibles en las radiografías. Ocasionalmente puede ser de ayuda la ecografía. Sin embargo, en la actualidad la prueba diagnóstica más específica y de mayor valor es la resonancia magnética. Mediante esta prueba se puede delimitar con exactitud la mayoría de las lesiones ligamentosas y otras estructuras. En este sentido es muy importante que el estudio de resonancia magnética se efectúe con aparatos de alta definición y en cualquier caso su valor estará siempre supeditado a una adecuada exploración clínica. En ocasiones, la única forma de asegurar el diagnóstico es mediante la realización de una artroscopia, cuando se ven afectados los ligamentos cruzados.