Estos movimientos anteriormente descritos “contribuyen a colocar la mano en la posición adecuada para desarrollar actividades de diversa índole. De ahí puede entenderse cómo la afectación del rango movimiento, de la estabilidad o la presencia de dolor pueden afectar a la realización de actividades deportivas, laborales e incluso de la vida diaria”, explica el doctor Álvaro Blanco, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica de Hospital Perpetuo Socorro.
Entre las patologías que le afectan se encuentran las producidas por sobreuso. El dolor externo del codo constituye en este ámbito una causa bastante frecuente de consulta en el contexto deportivo, especialmente provocado por deportes de raqueta o ejercicios en el gimnasio, entre otros.
Esto puede ser debido a afecciones como la epicondilitis, que se caracteriza por cursar con dolor en la inserción ósea del tendón conjunto de los músculos que realizan la extensión de muñeca y dedos así como la supinación del antebrazo. El tratamiento consiste en reposo, modificación de la actividad deportiva y analgesia. En casos persistentes son precisas infiltraciones y menos frecuentemente cirugía.
El síndrome deltúnelradial, por su parte, se presenta con un dolor más difuso que el anterior, irradiado a la cara externa del antebrazo en relación con la actividad deportiva producido por la compresión de la rama motora del nervio radial o del nervio interóseo posterior por la contracción muscular repetitiva. Ocasionalmente puede ser debido a la compresión por vasos sanguíneos, bultomas o tejido sinovial.
Reposo, modificación de actividad,rehabilitación son efectivos en la mayoría de los casos. Por último se encuentra el síndrome meniscoide o plicas sinoviales en la articulación radio humeral: El paciente se presenta con dolor relacionado con esfuerzos, el dolor se ubica sobre articulación, siendo producido por el pinzamiento de un repliegue de tejido sinovial. Su sospecha se confirma ecográficamente o por resonancia magnética y precisa de tratamiento conservador igual que en los casos anteriores. Ocasionalmente la resección artroscópica o abierta del repliegue sinovial será necesaria. También por sobreuso pueden producirse patologías con dolor interno del codo. Entre ellas se encuentra la epitrocleitis, con dolor en la prominencia ósea interna del codo o epitróclea a nivel de la inserción de la musculatura que actúa en la flexión de muñeca y dedos. Se ve en deportes de lanzamiento o golf, entre otros. Su tratamiento es similar al de la epicondilitis.
En el síndrome del túnel cubital el dolor en la cara interna del codo se irradia a brazo y antebrazo y puede haber hormigueo o parestesias en meñique y anular. Es importante valorar posibles desencadenantes en la técnica deportiva para modificarlos así como reposo y analgesia. En caso de persistencia, especialmente si se acompañan de atrofia de la musculatura intrínseca de la mano dependiente de este nervio, se podría recomendar la descompresión quirúrgica.
Respecto a la patología traumática, destaca la rotura del tendón del bíceps. Suelen ser más frecuentemente roturas totales en la inserción del tendón en la tuberosidad bicipital del radio, posterior a realizar un esfuerzo importante de flexión del codo y su tratamiento es quirúrgico.
Ocasionalmente ocurren roturas parciales que afectan a la unión entre la parte muscular y el tendón del bíceps, debiendo individualizarse el tipo de tratamiento, que en algunos casos será con reposo, analgesia y rehabilitación. Las fracturas de la cabeza radial pueden ser no desplazadas o mínimamente desplazadas, que se tratan con inmovilización por periodos cortos, aspirado del sangrado dentro de la articulación de estar presente para alivio del dolor y rehabilitación precoz para evitar rigidez articular. Cuando son fracturas desplazadas requieren cirugía. De no poder reconstruirse, debido a la multifragmentación o con minución, es posible que requiera de la
sustitución protésica de la cabeza radial o la extracción de la misma en casos seleccionados.
Las luxaciones completan las lesiones traumáticas de codo. Se producen por la pérdida completa de contacto entre la superficie articular del húmero con el cúbito y el radio, siendo el desplazamiento de estos más habitual en sentido posterior. Se ve en caídas sobre la mano y en deportes de contacto. La luxación es simple cuando no
existen fracturas. Se debe proceder a la reducción bajo sedación comprobando la estabilidad de la articulación. Generalmente requiere de dos semanas de inmovilización con escayola y posterior rehabilitación. Se debe realizar seguimiento radiológico para valorar el mantenimiento de la reducción. Se consideran complejas cuando van acompañadas de fracturas, normalmente en la cabeza del radio y la apófisis coronoides o extremo más anterior del cúbito. Caso de especial gravedad es la asociación de luxación del codo, fractura de la cúpula radial y de la apófisis coronoides, la llamada triada terrible, que requiere siempre una evaluación cuidadosas y planificación de tratamiento reconstructivo adecuado.